05/ago
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EL FESTIVAL DE ITÁLICA EN SUS CARTELES

La Diputación de Sevilla organiza, en los primeros años de la década de los ochenta, un festival de verano que, aprovechando el atractivo arqueológico de la antigua ciudad romana de Itálica y siguiendo el modelo de otros festivales similares que se realizan en varias ciudades europeas, se configura, en el panorama de la cultura sevillana, como una oferta de actuaciones veraniegas que abarcan todas las artes escénicas: conciertos, danza, teatro…
Su primera denominación será la de Anfiteatro de Itálica y el diseñador sevillano Antonio Pérez Escolano se hará cargo de dar forma a su imagen gráfica. Una imagen que, desde el principio, tendrá como rasgo de identidad un elemento significativo extraído de una columna historiada encontrada en las excavaciones de Itálica: una Ménade o bailarina de las celebraciones báquicas representadas en esa columna, que se convertirá desde entonces en el icono de identidad gráfica del Festival.
A partir de 1988, se consuma un cambio radical en la programación del Festival de Itálica: de un encuentro que incorporaba distintas disciplinas artísticas, con el denominador común de su ubicación y el carácter de espectáculo de verano, se pasa a un modelo circunscrito exclusivamente al ámbito de la danza y con la aspiración de convertirse, por el nivel de su oferta, en punto de encuentro imprescindible del circuito internacional. En consonancia con este cambio en los contenidos, que se plasma en su nueva denominación como Festival Internacional de Danza, se procede también a actualizar su imagen plástica —abandonando el concepto de cartel publicitario, mantenido hasta entonces, optándose por una más libre y arriesgada posibilidad de incorporar la creación contemporánea, con la intención de que la modernización general del Festival se corresponda con un mayor protagonismo y riqueza de su proyección gráfica.
Para ello se adopta el criterio de conjugar en cada ocasión la tarea de un diseñador, que realizará la maqueta y la composición de los distintos formatos del cartel, con la de un pintor o escultor, de manera que, cada año, el cartel descansará en un encargo específico hecho a un artista plástico, que trabajará desde su propia y particular visión, método, estética y estilo, con absoluta libertad, e imprimirá su particular impronta al cartel, y con él, a toda la imagen pública del Festival. Se fijan, no obstante, unos elementales requerimientos a los que deberá someterse este trabajo: la subordinación a un formato unitario y la inclusión de la Ménade que, como emblema del Festival, actuará siempre como elemento significativo de identificación, si bien cada artista tendrá absoluta libertad para aplicar a ese elemento el tratamiento que considere más oportuno. Finalmente, tras la realización del primer cartel de la nueva etapa, a partir de la acuarela del artista sevillano Curro González, se acordó establecer también para las posteriores ediciones y a modo de anagrama general del Festival, el término ITÁLICA, escrito en caracteres romanos extraídos de la lapidaria italicense.
Con este esquema —que, pese a su aparente originalidad, no hace sino retomar lo que fue una colaboración, habitual en otros tiempos— se propició un terreno de encuentro y diálogo entre dos ámbitos artísticos, la danza y las artes plásticas de vanguardia, cuyos discursos estéticos han marchado muchas veces por caminos paralelos, relacionados y con puntos comunes de reflexión. A la vez que se iniciaba una colección de carteles con una personalidad muy definida; con el suficiente atractivo para ser fácilmente identificables, reclamar la atención del espectador, del aficionado o el coleccionista y, además, con los que se pretendía elevar el nivel, la entidad y la calidad de la imagen pública del Festival Internacional de Danza de Itálica.
A lo largo de más de dos décadas, y a pesar de algunas circunstancias que han afectado, sobre todo, a su ubicación y periodicidad —desde el año 2001 pasó a ser bienal- el Festival ha mantenido su filosofía, en cuanto a sus contenidos, y el mismo esquema que se ha descrito, por lo que respecta a su imagen pública. En este tiempo un buen número de artistas, algunos de ellos jóvenes y residentes en la provincia, pero todos de un reconocido prestigio en el panorama actual de las artes plásticas españolas, han colaborado en este proyecto.

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