Ubicación

Monasterio de San Isidoro del Campo
Avda. San Isidoro del Campo, 18
Santiponce, Sevilla

Cómo llegar en transporte público

La línea de autobuses M-170A y M-170B prologan durante julio sus dos últimas expediciones para garantizar que los asistentes a las representaciones puedan ir hasta Santiponce y retornar en autobús. El último servicio de la línea M-170A desde Santiponce es a las 01:15 de lunes a jueves y a las 02:00 horas los viernes y sábados. Las paradas más cercanas al Teatro Romano son las paradas ubicadas en la Avda. de Extremadura nº 125 (parada de subida y de bajada a 300m) y Avda. de Extremadura nº 85 (parada solo de bajada a 200m).

Se puede utilizar la tarjeta del Consorcio de Transportes de Sevilla, con lo que el precio es muy asequible (alrededor de un euro si se accede con ella). Además permite transbordar a otros modos TUSSAM y Metro con descuentos por del 20% en dichos casos.

Ver información y horarios actualizados de la línea en la web del Consorcio

Historia

El monasterio de San Isidoro del Campo, que llegó a albergar una de las mejores bibliotecas de España, fue fundado por D. Alonso Pérez de Guzmán – conocido por el Bueno – y su mujer Dª María Alonso Coronel en 1.301 para sepulcro de sus cenizas y como testimonio de su piedad, a partir de un privilegio concedido en 1.298 por Fernando IV, rey de Castilla. La edificación tuvo lugar sobre una ermita mozárabe que según la tradición fue donde estuvo enterrado San Isidoro hasta su traslado a la Colegiata de León en 1.063. Unida a la primera iglesia, D. Juan Alonso, hijo de Guzmán el Bueno, construyó otra nave , siendo ambas conocidas como las iglesias gemelas. El Monasterio fue cedido a los monjes Bernardos Cistercienses que estuvieron en él hasta 1.431, fecha en la que fueron sustituidos por los ermitaños de los Jerónimos. En 1.568 fue ocupado por la orden de los Jerónimos, quienes fueron exclaustrados en 1.835 con la desamortización de Mendizábal. Pocos conocen la vinculación tan directa que este Monasterio tiene con el protestantismo, ya que en su interior se leyeron y tradujeron libros prohibidos por la inquisición, por lo que muchos de sus monjes fueron perseguidos, encarcelados, y algunos, como Fray Miguel y Fray Morcillo, ejecutados en auto de fe en Sevilla en 1.559. Otros lograron huir, y entre los fugados hay que destacar a Casiodoro de Reina, autor de la primera edición de la Biblia del Oso, publicada en Basilea en 1.559 y cuyas primeras lecturas tuvieron lugar en el propio Monasterio. Esto hace que el Monasterio sea más conocido fuera que dentro de nuestras fronteras,y es lugar de peregrinación para los evangelistas de todo el mundo.Los monjes de San Isidoro del Campo fueron los que ampararon a los pobladores de Santiponce el viejo, cuando éste sucumbió bajo las aguas del río Guadalquivir en las inundaciones de 1.603. El prior del Monasterio dio a los habitantes del antiguo pueblo nuevas tierras más altas sobre la ciudad romana de Itálica, dando lugar al actual Santiponce. Posteriormente , y en tiempos recientes, el monumento ha servido de correccional de mujeres y de fábrica de tabaco y de cerveza. En 1.956 vuelven los Jerónimos quienes permanecen hasta 1.978, año en el que lo abandonan definitivamente.

En un edificio al que le contemplan siete siglos, es lógico que estén representados todos los estilos. Es el Monasterio Cisterciense más meridional de toda Europa. Su portada está considerada como una de las más bellas páginas de la arquitectura religiosa de estilo mudéjar. El conjunto se completa con el Claustro de los muertos y el de los Evangelistas, la Sacristía y la Sala Capitular – ambas decoradas a imitación de El Escorial -el refectorio, Claustro Gótico, la Torre Barroca. La gran joya de este Monasterio es el monumental y majestuoso retablo de Juan Martínez Montañés, probablemente la mejor, la más completa y madura obra del famoso escultor de Alcalá la Real. Los frescos del Claustro de los Evangelistas, piezas fundamentales en la evolución de la escuela pictórica sevillana, datados entre 1.431 y 1.436, y atribuidos según unos autores a Diego López , maestro mayor de los pintores de los Alcázares, y según otros a Pedro de Toledo, el maestro de los cipreses, son de un nivel y de una maestría difícilmente igualable, con un gran estado de conservación aún a pesar de que fueron violados a balazos y machetazos en la revolución de 1.868. Innumerables piezas menores completan el conjunto del Monasterio: exquisito Cristo de Roldán, vidrieras del siglo XVII, reliquias y restos de San Eutiquio, brocal donde según la tradición oró San Isidoro, las cenizas de Dª Urraca de Ossorio y Dª Leonor Dávalos, heroína de la fidelidad y la generosidad y protagonistas de una de las más bellas y significativas páginas de la historia de Sevilla.

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