20/sep
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LA NOCHE DE LAS MÉNADES

De aquella noche de verano recuerdo la luz sobre las piedras y el escenario convertido en una ventana que seguramente conectaba con algo sucedido hacía siglos. Fue a finales de los ochenta y no he podido olvidar la experiencia de ver un espectáculo de danza en la ‘veta urbs’ que fundara Escipión. Sólo he sentido algo similar en el Festival de Teatro de Mérida al oír los textos de Eurípides o Aristófanes sonando de nuevo en teatro como hace tantos siglos. Creo que todos los que alguna vez asistimos al Festival de Danza hemos quedado marcados, porque Itálica forma parte de nuestra biografía: desde las primeras excursiones escolares a la ciudad romana hasta la asistencia a aquellas maravillosas noches de danza. Por eso, los años en el exilio han sido como destierros propios, como si nos hubieran arrebatado algo nuestro y entrañable.
La memoria es engañosa y hace que ahora confunda lo que realmente vi y lo que recuerdo haber visto aquella noche del Festival. Ni siquiera podría explicar el espectáculo, pero si puedo asegurar que fue una de las emociones artísticas más intensas que he tenido en mi vida. Puede que lo que yo contemplara aquella noche fueran las ménades que simbolizan el festival y que decidieron salir de las piedras para danzar recordando los viejos tiempos de Adriano. Como si no hubieran pasado los siglos, como si todo estuviera por estrenar.

Eva Díaz Pérez
Periodista y escritora

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